Juan Pablo Duarte

 Por Manuel Hernández Villeta
La sociedad dominicana de ahora necesita a un Duarte vivo. Lo lamentable es que Juan Pablo para una mayoría sensible de la población no pasa de ser una fecha en el almanaque. Levanta más polémicas si se debe celebrar el 25 o el 26 que ir a la raiz del ideal del forjador de la República.
Para muchos Duarte es una anticualla, una pieza de museo, con sus ideales tirados al fango. No es con fanfarias de un día que levantaremos el pensamiento del más puro de los dominicanos, o con la exhibición de  la bandera frente a las casas que le diremos estamos en pie para lograr un mejor país.
Los ideales se marchitan cuando la población lo convierte en justificación para una fiesta, para tomar tragos o sencillamente para irse de juergas. La patria hoy reclama a sus mejores ciudadanos, a los que tienen en el pecho un corazón patriótico, para una batalla donde se  camine hacia el desarrollo.
Los dominicanos hemos estado a lo largo de nuestra historia sometidos a la barbarie, a la dictadura, a la crisis económica, a la desesperanza, pero nos hemos sabido levantar. En la crisis, Duarte ha estado presente. Ha sido el impulso para hacer frente a dos intervenciones militares de los Estados Unidos.
En el Grito de Capotillo, el ideal duartiano de Dios, Patria y Libertad impulsó a los nuevos guerreros. Duarte ha sido el ariete para desinflar un Golpe de Estado como el del 63 y la fuerza motriz que da paso a la Guerra Patria del 65.
Es una parte sensible de los dominicanos los que han fallado a Duarte, que lo han maltratado, que se olvidan  de su prédica, que ni siquiera lo conocen, por que no han leído su mensaje y mucho menos lo practican. Hoy tenemos que comprender que Duarte vive. Tenemos que buscarlo.
Para salir de la larga noche del sub-desarrollo, de la ignorancia, de la postración se necesita la concertacion, la unidad y la fortaleza de todos los dominicanos. Difícil es en tiempo de divisiones por prebendas políticas, pero cuando la Patria lo reclama, los dominicanos sabemos dar el paso al frente.
Es una nebulosa la que vemos en el horizonte de los dominicanos, un panorama negro, donde a duras penas tintinean las luces del sacrosanto derecho a la libertad, a la independencia y a la soberanía. La libertad luce a medias, porque la principal cadena que se puede ceñir a pies y manos de hombres y mujeres es la económica.
Sin  un justo desempeño en lo económico, sin un mendrugo de pan para engañar a las tripas, la libertad es condicionada. Muchos hombres venden esa libertad a cambio de una limosna. Otros no la valoran hasta el día que la pierden, bajo las botas de un gorila de kepis.
A Duarte hay que rescatarlo. Poco importa si hay un día para celebrar su nacimiento. Lo importante es su ideal, es su lucha, lo trascendente es que haya un país en pie para evitar caer en el abandono. Se puede lograr, pero hay que luchar para ello.
El apostol de la libertad necesita que  compradamos que él está vivio. Los ideales de libertad, de progreso, de independencia, de fibras patrióticas no mueren. Duarte es el faro que ilumina el camino a seguir por los dominicanos. Lo podemos olvidar, echar sus ideales al zafacón, pero cuando se necesiten las fibras morales y patrióticas para enfrentar los grandes problemas, sabemos que está presente. Los ideales de los grandes hombres no mueren. ¿Por qué las ideas puras no las tenemos  como nuestro gran soporte?.